Causa y Efecto

Hace poco pasé por el Paseo de la Reforma aquí en la Ciudad de México y me puse a pensar en “¿Por qué esa gente está ahí haciéndose pendeja?", porque además de los acarreados y de los perredistas desechables están los que de verdad creen en el proyecto, y ahí, querido radioescucha, es en donde está el meollo (meo yo) del asunto.

Obviamente hay intereses políticos, de lana y de ver quién se queda con un buen huesito para roer el sexenio que viene, pero ese es el interés de unos pocos, la base del movimiento, los que de verdad le inyectan combustible, son los ciudadanos que no van a tener ni un buen puesto, ni un buen sueldo, y todo lo que tienen en las manos es la promesa de que después de que gane Obrador, van a tener mejores condiciones de vida, y están dispuestos a darse en la madre creo que por dos principales razones:

- Porque no tienen mucho qué perder
- Porque están luchando por una causa

Esta última es más importante de lo que pudiera parecer, pues cuántos de nosotros poseemos algo que nos motive a hacerlo cueste lo que cueste, ya sea salvar a las ballenas, a los niños de África, o escribir una canción a las 4:00 de la mañana porque es lo que a uno le apasiona.

Imaginen a esta gente, la mayoría en condiciones económicas con las que nosotros pensamos que sería muy difícil sobrevivir, y sin ninguna perspectiva de vida más allá que llegar a viejos al menos en las mismas condiciones, o “pegarle al clavo” para llegar de menos a la clase media alta o de plano sacarse la lotería… ¿Ya? Bueno, ahora añádanle a eso un sueño y la posibilidad (real o no) de un sistema político en el que todos van a estar mejor; “Quizás los de arriba bajen su nivel de vida, ¡pero nosotros seguro lo subimos!”, y todo, con el poder de la voz, de los medios y por qué no, de la resistencia civil.

Motivadores, motivadores, motivadores.

Me recuerda un poco (Toda proporción guardada) a los mujaidines zarrapastrosos por allá por las lejanas tierras de medio Oriente, sin ninguna referencia cultural más allá de su religión y acostumbrados a vivir en las condiciones más de la pistola sobre el planeta, porque además de que hay hambre y enfermedad, hay varios cabrones con la mala costumbre de dispararle a la gente cuando no simpatiza con ella. Bueno, pero el punto es, que a ellos se les mete en la cabeza que si mueren defendiendo con las armas su fe se van a ir como invitados especiales a una de las fincas de Alá, en donde tendrán bellas mujeres (espero que ya sin burka porque si no qué joda), a su disposición, fiesta, comida y bebida por los siglos de los siglos!! (Ok eso es de los católicos pero al final del día todo es la misma mierda), y lo creen así como en nuestra sociedad tenemos comprado que terminando una carrera y obteniendo un título aseguramos el futuro. Ambas son unas falacias, pero de menos los árabes tienen la decencia de morir por sus convicciones.

Aquí a estas alturas parece que lo de menos es ya el fraude, y si hubo o no parece estar sobrepasando el conflicto. Esperemos que de este lado no lleguen a querer morir por sus convicciones y empecemos a hablar de los “pobres golpeados” , “pobres desaparecidos”, “pobres muertos”, “pobres cabrones, tanto desmadre para nada”.

Y es que para causas hay que saber escogerlas bien, una mujer siempre está entre las mejores, no importa si es una perdida. ¿O no amigos conocedores?

Una característica de estas “causas” (De aquí en adelante le llamaremos así a las féminas), es que se les aplica perfectamente una ley de la física: A toda causa corresponde un efecto. A veces, devastadores para el que la sigue.

Todo machín que se precie de serlo tiene en su repertorio una serie de causas que son universales, como por ejemplo:

La primera causa:
Es de las que tienen efectos más benignos y casi no dejan secuelas, se les recuerda de buena gana y con el tiempo sus efectos disminuyen hasta desaparecer por completo.

La causa perdida:
Esta es de la que hablábamos hace unos párrafos, esta causa si puede llegar a dejar bastante dañado el territorio que pisa, aunque podemos decir que no es tanta su culpa, sino del aferrado que piensa que es el único con esa causa o que un día va a ser el único con esa causa.

La causa constante:
La que siempre está ahí a pesar del tiempo y las otras causas. Puede desaparecer un tiempo pero indudablemente volverá a aparecer. No tiene mayores efectos secundarios a menos que se tenga una última causa (Definida más adelante)

La buena causa:
¿Recuerdan ese superbombón de vieja que nomás con verla tenía un efecto endurecedor en usted? ¡Pues esa mera! Tiene el efecto de provocar exclamaciones como: “No mames con el pendejo que anda”, “Ni pex, el wey debe tener varo”, o simplemente “¡Puta madre con lo buena que está! y yo sin conocerla”.

La causa de locura:
Esta es de las más peligrosas porque suele ir acompañada de muchos efectos que a su vez generan otros efectos. Son como una bomba de racimo, usualmente lo dejan a uno sentimentalmente mutilado y moribundo en vez de terminar con la perra vida de una vez. Suele cambiar de faceta y entonces se convierte en causa de traición, causa de mentira, causa de dolor, causa de soledad, de amargura, de tristeza, de adicción y de estar a punto de echar a perder la vida de uno. Un efecto de este tipo de causas es que una vez que lo has superado cualquier cosa que siga es cosa de niños. De ahí en adelante uno se vuelve inmune a los efectos graves de otras causas.

La última causa:
La que eliges seguir por el resto de tu vida (idealmente).

La causa perfecta:
Esa que muchos buscan encontrar para seguirla incondicionalmente hasta el fin del mundo. La paradoja de esta causa es que no existe pero su efecto es peligroso, imperceptible y puede durar para toda la vida: Dejar pasar a todas las demás por esperar a que finalmente llegue.

Por supuesto esta lista no es extensiva, si alguien quiere aportar alguna es bienvenida!

Sólo hay una de la que estoy seguro no me quiero topar: La causa de muerte, de ahí en fuera… Gracias Dios por haber creado a la mujer! :D